Cualquier entidad deportiva o federación perteneciente a cada una de las disciplinas deportivas existentes, se mueve por el mismo tipo de intereses, dentro de los cuales aparece principalmente el de la consecución de resultados deportivos destacados, por parte de los deportistas de los que disponen en sus filas con un mayor número de aptitudes y capacidades.

Evidentemente, este objetivo no puede pasarnos desapercibido y llegar a ser obviado por la propia federación, ya que la consecución de éste, entre otras cosas, es el que le permite a cada entidad deportiva seguir funcionando y mantener su prestigio y su buen funcionamiento a lo largo de los años. Esto ocurre porque como consecuencia de la obtención de esos relevantes resultados deportivos se obtienen mayores ayudas económicas por parte de estamentos oficiales y conllevan un aumento de la promoción y divulgación del deporte al que nos estemos refiriendo, provocando esto último un aumento del número de licencias y como consecuencia de ingresos beneficiosos para la federación de la que se esté hablando.

Por estos motivos tan sumamente importantes, los responsables de las instituciones deportivas y de los diferentes comités existentes en algunas federaciones, deben seguir persiguiendo del modo más acertado posible la obtención de esos resultados deportivos para, como consecuencia de ellos, obtener los beneficios que los mismos aportan y que la institución o federación de la que son responsables siga creciendo y desarrollándose, para seguir manteniendo los puestos de trabajo que existen en la misma, para aumentar la cantidad de los deportistas que practican dicho deporte y la calidad de los mismos y de las instalaciones donde se practica éste.

De todos modos y en ocasiones (por centrarnos en exceso en conseguir esos resultados deportivos tan deseados por la mayor parte de los profesionales que rodean a un deportista), disponemos de un foco atencional tan reducido que obviamos algunos aspectos que competen al deportista, que influyen irremediablemente en su rendimiento deportivo y que finalmente van a provocar dos cosas perjudiciales, tanto para el deportista como para la institución deportiva o federación a la que pertenezca.

Con un enfoque erróneo se provoca un bajo rendimiento del jugador, lo que conlleva un mal resultado, que en ningún caso beneficia al crecimiento de la institución, ni evidentemente ayuda al aumento en este caso del nivel de confianza del deportista, del que no puede prescindir nunca a lo largo de su carrera deportiva si lo que quiere es conseguir grandes resultados o tiene planteadas expectativas bastante elevadas. Por tanto, el perjuicio en este caso es doble, cuando en realidad lo que pretendemos conseguir con la mejor intención es un beneficio mutuo.

Un ejemplo que refleja de un modo bastante objetivo lo comentado en el apartado anterior, es la utilización de los jugadores o deportistas estrella por parte de las federaciones para todo tipo de acontecimientos deportivos, con mayor o menor relevancia, que existan a lo largo de la temporada, en los que las federaciones deban estar representadas, sin tener en cuenta cuál es la disposición del jugador ante este evento o el estado de sus variables psicológicas antes de enfrentarse al mismo.

Existen jugadores a los que podemos denominar estrella, con una gran habilidad y facilidad para el deporte que practican, lo que les ha ayudado a obtener un importante y extenso palmarés deportivo, pero a la vez no disponen de un elevado nivel de motivación. Un jugador que posee estas características, obtendrá probablemente un bajo rendimiento en las últimas competiciones que tenga que disputar al final de temporada, cuando ha jugado multitud de competiciones a lo largo de la misma, al margen de la importancia o relevancia de la competición a la que tenga que enfrentarse en último lugar. De este tipo de jugadores se obtendría un mayor beneficio, si se les reservara para jugar las competiciones más importantes y si fuera posible algo más espaciadas a lo largo de la temporada, evitando por ejemplo que jueguen 3 ó 4 competiciones seguidas sin posibilidad de varios días de descanso entre unas y otras.

Es importante que los responsables de los entrenamientos tengan en cuenta la cantidad y la calidad del trabajo a realizar por sus jugadores en distintos momentos a lo largo de la temporada, si lo que pretenden es conseguir un elevado rendimiento de los mismos. Por ejemplo, un jugador que se encuentra a final de temporada, cuyo nivel de confianza es muy elevado, debido tanto al dominio que muestra tener de la técnica como a los resultados deportivos conseguidos hasta el momento, y que dispone de un nivel de motivación bastante bajo, obtendría un mayor beneficio de los entrenamientos, si éstos no fueran realizados durante un tiempo prolongado y se programara trabajar con objetivos de resultado durante los mismos. Este aumento en la calidad de los entrenamientos, a pesar de reducir la cantidad de los mismos, podría ser beneficioso para el rendimiento de los jugadores, concretamente en este caso.

Por el contrario, algunos jugadores que aún no disponen de un nivel de confianza demasiado elevado, ya que no tienen un gran dominio de la parte técnica, ni cuentan con grandes resultados en su palmarés deportivo, pero que sí disponen de un alto nivel de motivación, podrían obtener mayores beneficios de los entrenamientos, si además de prolongar durante más tiempo los mismos, entrenarán con objetivos de realización, estos últimos más dirigidos a conseguir automatizar lo antes posible la parte técnica. En el caso de estos jugadores, habría que unir cantidad y calidad de entrenamiento para obtener los mayores beneficios posibles.