El deporte nos ofrece una magnífica oportunidad para trabajar muchos aspectos que tienen que ver con el adecuado funcionamiento psicológico, social, humano… de los más jóvenes. Bien aprovechada, la actividad deportiva es un excelente medio para educar a chicos y chicas.

Un elemento de trascendental importancia en el entrenamiento de base es el trabajo psicológico. La psicología es una de las ciencias aplicadas que más puede ayudar al entrenador y a sus ayudantes a realizar su trabajo, ya que se centra en comprender, evaluar y modificar la conducta humana, incluyendo la conducta deportiva. Un buen trabajo psicológico favorecerá que tanto los jóvenes deportistas sean capaces de ser mejores psicológicamente en su deporte como también adquirir una serie de habilidades que les fortalezca y ayude a ser mejores como personas.

Dentro del deporte, es posible trabajar variables psicológicas que les harán funcionar mejor como deportistas, tales como la motivación, autoconfianza, el control del estrés, nivel de activación, atención/concentración, comunicación interpersonal, cohesión de equipo, agresividad o también autocontrol.

Otra parte fundamental especialmente importante en el trabajo psicológico de base es la relacionada con la formación integral de la persona a través del deporte. Así, valores del tipo aceptar y asumir compromisos, ser capaz de respetar normas, trabajar en equipo, tomar decisiones y aceptar sus consecuencias, adquirir hábitos saludables, desarrollar la autoestima y el autoconcepto… harán que el joven sea más fuerte psicológicamente.

Para desarrollar todos estos conceptos en el entrenamiento deportivo de los jóvenes, es importante que se tengan en cuenta dos aspectos básicos: la organización de la actividad deportiva, y la forma en que las personas implicadas se relacionan con los deportistas. Respecto a lo primero, la manera en que se plantean los entrenamientos, la forma en que se desarrollan las competiciones, los objetivos que se establezcan, las normas de funcionamiento que se instituyan… influye en que las condiciones sean (o no) las más adecuadas para el buen funcionamiento de los jóvenes.

El comportamiento de las personas implicadas en el deporte de base es la otra parte fundamental para que los deportistas jóvenes se desarrollen a través del deporte. En este apartado cada uno tiene su responsabilidad. Desde el padre o la madre que acompaña a sus hijos a la hora de ir a entrenar, las indicaciones después, antes o durante el partido, la forma en que ayudan (o no) a organizarse el tiempo para que sus hijos puedan compaginar la actividad deportiva con otras…; también el delegado de campo o equipo, que tiene mucho contacto directo con los jóvenes o bien puede colaborar a que la organización sea la más adecuada; los directivos, que son los que contratan a los entrenadores, directores técnicos, facilitan las instalaciones (dentro de las posibilidades), desplazamientos…; los árbitros o jueces, cómo se dirigen a los jugadores o técnicos, la manera en que arbitran las competiciones; los espectadores, que hacen (o no) muchos comentarios respecto a la actuación de los deportistas; y también el cuerpo técnico y en especial el entrenador, que posiblemente sea el que más influencia tenga sobre sus deportistas, puede utilizar estrategias psicológicas para organizar mejor el funcionamiento de su equipo, obtener más beneficio de las sesiones de entrenamiento o bien optimizar el rendimiento de los deportistas en competiciones. Todos ellos tienen una importante responsabilidad en el funcionamiento psicológico de los deportistas, dentro de la parcela de cada uno. Todos hacen, de alguna u otra forma, un trabajo psicológico que será más o menos preciso para los jóvenes deportistas según las circunstancias; pero todos tienen su responsabilidad en esta parcela.

Aunque cada uno tiene su cometido en relación al trabajo psicológico en la base, existe una parte de este trabajo que sólo lo puede hacer un profesional en psicología especializado y convenientemente formado en psicología del deporte. El psicólogo deportivo podrá ayudar en los contextos en las que la intervención sea más compleja (cuando se trate de una situación que debe realizar una persona muy preparada y ajena a las decisiones deportivas), entrenar a los deportistas para que dominen estrategias psicológicas de autoaplicación (entrenamiento específico y también complejo); o bien supervisar, formar y/o asesorar a las otras personas implicadas en el trabajo psicológico de base. Obviamente, el psicólogo del deporte no puede ser cualquier psicólogo ni tampoco el entrenador de ese mismo equipo; ya que tiene que realizar una función muy específica y profesional que sólo puede hacer un experto de la psicología que esté especializado en el complicado campo del deporte.

En definitiva, existe un trabajo psicológico en la base que hay que realizar, donde cada uno tiene que asumir su función y donde hay que intentar sacar el máximo partido a las posibilidades de la institución, club, profesionales y demás implicados; siempre pensando en el buen funcionamiento de los jóvenes que practican deporte.