(...)La unidad total del atleta es un principio que nos impide dividirlo en cuerpo – mente, sujeto – objeto, materia – espíritu. Consideramos que la disección parcializa al hombre y lo reduce a miles de pedazos que se resisten a la re – síntesis. La totalidad no es la suma de sus partes, es algo más, es una Gestalt.

Dado que el futbolista es un hombre y no una cosa, ni un mineral, ni una planta, es necesario hacer oposición a la deshumanización, a la alineación, a la disgregación, a la separación y la segmentarización por el mercado, por la publicidad, por la tecnología, la burocracia, la mecanización en los tratos y la mecanización de los sistemas de juego o la racionalización.

Cuando se trata al jugador de balón – pie como una cosa o producto puede ser manipulado fácilmente y él mismo llega a considerarse como tal, fácilmente cambiante, controlado, modelado y explotado y no puede disfrutar verdaderamente de su deporte, entrenamiento y vida.

El fútbol es libertad, y por ende el jugador de fútbol debe ser libre y ser libre es estar dispuesto: dejar que lo que es, sea. Es posible que el atleta no sea libre para hacer; pero no puede dejar de ser libre para ser.(...)

(...)En el fútbol soy libre, significa al mismo tiempo soy absolutamente responsable de mi forma de juego y por ende de mi existencia. Ser futbolista es un proyecto difícil de llevar a cabo y sabemos que cada uno cuenta con lo necesario para realizar su propia vocación.

En estos principios centramos nuestro pensar educativo. De ahí se deriva de que los jugadores asumen la responsabilidad del aprendizaje que brinda la dirección técnica del equipo. Desde esta perspectiva es una dirección técnica centrada en el jugador, y más aún, una forma de pensar y dirigir en la relación ya que el Director Técnico también aprende.

El jugador no reacciona frente a la realidad, sino conforme a la representación que tiene en su mente de la realidad y lo que el ser humano percibe no es lo que existe, si no lo que ha aprendido a percibir.La cultura futbolística y las circunstancias le hacen vivir una vida irreal. Los muros que lo limitan son propios y no reales. Lo que el futbolista ama u odia del deporte no es la esencia de las cosas o de las personas, sino la percepción de ellas. De aquí se deriva una visión de respeto a pruebas de fuego para todas las formas de ver el mundo del fútbol, ya que todas son válidas en la autenticidad personal de su propia verdad.

La mayoría de Directores Técnicos y jugadores sólo usan una mínima fracción de su potencial. Nuestras vidas están tan prefiguradas y esterotipadas. Jugamos los mismos roles y puestos una y otra vez, y encontramos pocos caminos para reinventar la existencia de sistema de jugo y la vida propia. Si halláramos lo que frena al sistema, a los jugadores y a nosotros mismos, nos alentaría más la visión de autorrealización, al constatar la total medida de nuestro potencial futbolístico y humano, nuestra vida: el potencial basado en la actitud de vivir es la misma en la actitud de jugar cada momento con frescura.

De ahí la relevancia que tiene para nosotros la creatividad como factor básico en el proceso enseñanza aprendizaje en un modelo técnico – táctico.(...)

Este texto es sólo una pequeña fracción del primer capítulo del libro Psicología de los Sistemas de Juego, de Manuel Gustavo Zepeda Gómez.

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