Todas aquellas personas que desarrollan actividades docentes saben, por la práctica, de las diferencias entre las habilidades de los niños nacidos en los primeros meses del año y de los que lo hacen a finales de ese período. En realidad, la documentación que ya existe acerca de este condicionante es notablemente numerosa, como sabe cualquiera que esté relacionado con las Ciencias de la Educación. Cuando se habla de Efecto Relativo de la Edad nos estaremos refiriendo a que, en la realidad, en cualquier grupo dado y establecido por edades, éstas no son idénticas, salvo que se hicieran por días, algo fuera totalmente de lo habitual, y que, a toda diferencia de edad, corresponde diferente grado de evolución o rendimiento. Por tanto, aunque hablemos de grupos homogéneos o administrativos de edad, siempre habrá dentro de ellos diferencias, relacionados precisamente con las particularidades individuales.

En el mundo de la infancia y adolescencia estas diferencias son mayormente lógicas, si tenemos en cuenta que el período comprendido entre los 10 y los 17 años se caracteriza por un crecimiento realmente acelerado; el paso de niño a adulto, en los años que conocemos como "pubertad" y "adolescencia" es con frecuencia conflictivo, lleno de dudas e inseguridades. Esos cambios acelerados producen crisis, cara indisolublemente unida a todo lo que signifique cambio o crecimiento.

En estos años, que -hay que significarlo- no contemplan crecimientos uniformes, ni en lo interindividual ni en lo intraindividual, sería un error buscar la homogeneidad, la "ratio" constante, pero, a grandes rasgos, sí podemos cifrar en 5 centímetros/año el incremento medio de talla (con un pico de 10 cm. entre los 13 y los 14 años), y un aumento de peso de una media de 4 kilogramos/año (que son de 6 kg./año entre los 14 y los 16). Teniendo en cuenta los pesos y tallas medias en estos años, estamos hablando de incrementos de un 4% anual en talla y un 10% anual en peso. En cuanto a lo que podríamos llamar "experiencia vital", es decir, meramente la que dan los años vividos, como ejemplo un chico de 14 años tiene una desventaja de un 7 % con respecto a otro de 15.

Y si añadimos la experiencia deportiva, habrá que pensar que si tomamos dos chicos, uno de 15 años y otro de 14, y que hayan empezado ambos a jugar a los 10, si a los cinco años de práctica del mayor los valoramos como un 100, tenemos que cifrar en un 80 la vivencia deportiva del menor; un 20% menos, en definitiva.

Esto es, nos estamos refiriendo a ventajas/desventajas anuales de porcentajes del 4, del 10, del 7 y del 20 (talla, peso, experiencia vital, experiencia futbolística). Cifras nada desdeñables.

Pero lo peor es cómo se establecen las diferentes categorías en el deporte-base. En España, y en otros muchos países, el paso de categoría se realiza por año natural, lo mismo que en las escuelas; es decir, el 1 de Enero de cada año determina el corte. Pero, a diferencia de lo que sucede en el mundo escolar, en el deportivo las categorías son por períodos de DOS AÑOS. Así, encontramos los Sub10, S-12, S-14, S-16, etc. Decíamos que los maestros escolares, en el desarrollo de tareas de cariz intelectual, emotivo y social, ya detectan diferencias entre los chicos de diferentes semestres; y ahora nos encontramos con que en el deporte en general y en el fútbol que nos ocupa, deporte muy físico y de contacto, además, los chavales están agrupados por dos años, luego las ventajas/desventajas que citábamos hay que multiplicarlas POR DOS. Bueno, hay que explicar que los llamados juveniles están englobados en tres años, siendo así S-19 (está previsto homogeneizar a todos los países en S-20, en un futuro inmediato).

Hay que entender que no tiene gran relevancia a estos años la mayor diferencia, dado que el proceso de crecimiento se ha ido enlenteciendo, ante la inminencia de la edad adulta. Podemos por ello pensar que estos tres años de diferencia en juveniles son equivalentes a los dos años del resto de categorías. De hecho, como ahora veremos, las grandes tasas de abandono no se producen pasada la pubertad y adolescencia, sino en la plenitud de esos períodos, en los años de las categorías infantil y cadete, los Sub-14 y Sub-16, etc. precisamente, los años de los crecimientos acelerados, los años críticos, los años que, con una simplicidad hiriente, llamamos a veces de la tontería.

Pues bien, si vamos a los datos sobre práctica deportiva, abandono de la misma, diferencias entre edades, nos vamos a encontrar con datos como los que siguen:

- Los niños comienzan su práctica deportiva en la misma proporción de nacidos en cualquier mes del año, y esta igualdad se mantiene hasta los 12 años cumplidos (Alevines en la denominación española).

- Hacia los 14 años, -que coincide con el que llamamos estirón, por el clímax en crecimiento de talla- el predominio de los chavales de primer semestre es ya notable: 60% frente al 40% que significan los nacidos a partir del 1 de Julio.

- Hacia los 16 años, -época de un crecimiento aún considerable en talla y máximo en peso-, ya tenemos que hablar de porcentajes muy diferenciados: 75% de niños de primer semestre frente a un 25% del segundo.
Podemos decir, sin mucho margen de error, que el SESENTA POR CIENTO de los niños de segundo semestre que empiezan en el fútbol, lo dejan por motivos directamente relacionados con los inconvenientes de competir en condiciones de gran desventaja. Atención: no decimos que el sesenta por ciento de los chavales de segundo semestre deciden abandonar el fútbol entre los 14 y los 16 años, no; es más grave: decimos, porque lo dicen los números, que la tasa de abandono es mayor que un sesenta por cien, pero que nada menos que sesenta de cada cien niños que empiezan, lo dejan única y exclusivamente por la desventaja que supone el que sean nacidos en el segundo semestre del año. Creemos que estamos hablando de un DESASTRE EDUCATIVO de proporciones DESCOMUNALES.

- En Juveniles, o S-19, podemos dar cifras de 68% y 32%, respectivamente.
Esto que parece un retorno de chicos de segundo semestre no es tal: simplemente, son ahora chicos de primer semestre que abandonan el fútbol ante el choque con la dura realidad; habían ido siendo seleccionados por su poderío físico, pero ahora que las condiciones se van homogeneizando, ahora que incluso son citados a competir con adultos, la mera ventaja física si no va acompañada de talento técnico-táctico ya no sirven de mucho y se produce la decepción: otra cara de la misma moneda del FRACASO EDUCATIVO y de la DETECCIÓN DE TALENTOS.

- En Selecciones Nacionales, donde la competitividad y la busca de victorias son máximas, las diferencias, la discriminación de los chicos más jóvenes en definitiva, son aún mayores.

- En categorías adultas, Absolutas, los porcentajes siguen acercándose, aunque sin llegar a equilibrarse: 56%, 44%, respectivamente. Habría que volver a referirse a las consideraciones del párrafo anterior. Y lo confirmaría un dato muy importante: en el fútbol profesional, cuando tomamos datos de jugadores auténticamente expertos, veteranos, concretamente mayores de 32 años, encontramos mayoría, aunque ligera de jugadores de segundo semestre frente a los del primero: 49% de Enero-Junio, 51% de Julio en adelante. El talento y la fuerza del superviviente se han impuesto al final, pero demasiado tarde.
¿CUÁNTOS CHAVALES HAN QUEDADO POR EL CAMINO? ¿CUÁNTOS OTROS, ARTIFICIALMENTE APOYADOS EN BASE A MERAS VENTAJAS TRANSITORIAS, SE HAN LLEVADO, FINALMENTE... ¿UNA GRAN DECEPCIÓN?